Los estudios realizados en adultos demuestran que el mindfulness tiene un impacto positivo en áreas cerebrales clave. Estas zonas intervienen en funciones ejecutivas como el control de los impulsos, la toma de decisiones y la capacidad de ver desde otra perspectiva. El mindfulness también favorece el aprendizaje y la memorización, la regulación de las emociones y el sentimiento de conexión con uno mismo y con los demás.

Sin embargo, el estrés prolongado e intenso puede deteriorar rápidamente estas funciones cerebrales. El estrés reduce la capacidad de reaccionar reflexivamente en lugar de actuar impulsivamente. Mina la confianza en uno mismo y obstaculiza la capacidad de afrontar eficazmente las emociones intensas.

Cada vez hay más pruebas de que estos efectos son aún más fuertes en los niños. Sus sistemas nerviosos y cerebros aún están en desarrollo y, por tanto, son más susceptibles a los efectos negativos del estrés. Todos los niños merecen tener la experiencia de que son buenos tal y como son. Aunque siempre hay espacio para el crecimiento y el ajuste, es esencial que un niño pueda desarrollar un profundo sentido de bienestar interior y de conexión consigo mismo, independientemente de las circunstancias. Mindfulness ofrece un apoyo valioso y permanente en este sentido.

- John Kabat-Zinn -

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